jueves, 20 de noviembre de 2008

Tus días de Invierno






Otra vez dejas las luces del corredor encendidas. Me dispongo a cruzar el jardín para apagarlas, recorro la caminería de piedra mientras me busco envolver en tu abrigo. Como amo que sus mangas cubran mis manos! es revivir tus brazos sobre los míos y mis manos tratando de llegar a las tuyas que no alcanzo, es escucharte decir: ves? eres chiquita y seguidamente reírte ...

Como siempre las ventanas abiertas, la vela titilando tenuemente, alumbrando el plato que la sostiene moribunda y tú, igual: derrumbado sobre la mesa entre papeles, libros, cuadernos... con la manta que trajimos de Palmira y la taza de té de canela ya fría justo al lado de tu mano ya despojado de todo un día de café, cigarros, llamadas, salidas, entradas.

Percibirte desde el corredor y saber a ciencia cierta cómo te sientes es ya tan mío como mi propio sentir; ver desde la ventana de frente al patio como lidias con tu humor y cómo éste va fluctuando al paso de las horas victima del teléfono, presa de cada noticia y escucharte los murmullos de tus conversaciones monólogas es parte de mis hábitos... el abandonarme en la lectura, en mi pc, en las visitas a mis amigos, en las tardes con la familia, en mis proyectos, en mi trabajo, en mí; para verte cual niño pequeño tirando de mi falda reclamando atención... es otro de mis confesados y reincidido abandono... dejarme llevar por tu reclamo de atención sutil... imperceptible al tercero pero definitivo para mí es una de las delicias que me brindas...

El día es corto para disfrutar de ti, de mí, de la casa, y nuestros propios ecos que van por doquier resonando con tibieza rompiendo el frío de todos esos meses de tu ausencia y dando la bienvenida a tus acostumbradas temporadas de invierno en casa. Cómo espero estos días!... cómo te sueño!, cómo te hablo!, cómo te busco desde el mismo día en que te vas hasta tu regreso!.

Hoy dejas las luces encendidas como tantas otras noches y mi ritual comienza cuando desprovisto, desnudo, vulnerable e inocente puedo contemplarte, detallar las líneas reposadas de tu rostro, tu respiración pausada, tu boca plácida, descansada, cálida y tu cabeza desatada, liberada, ligera apoyada en tu brazo que puedo acariciar como se acaricia a un niño; miro tus manos abiertas plenas, dadivas, francas, blancas, suaves y me pierdo siguiendo la línea de tus venas que se adentran en tu carne.

Es en este momento, que eres mi hombre-niño y donde verte embarga mi cuerpo con sensaciones encontradas: MUJER, MADRE, HERMANA, AMIGA, AMANTE, DESCONOCIDA, HOMBRE, LOCURA, PROTECCION, TERNURA, PASIÓN... tu descanso, tu liberación libera en mí tantos sentimientos! que estremece cada rincón de mi cuerpo y mente y solo puedo mirarte y tratar de volver en mí.

Apago las luces y dejo solo la tímida y moribunda vela... tu tez se torna dorada y juego con tu cuello, te respiro, te hablo suave, te acaricio y tu sonríes cual niño sumido en tus sueños... - vamos... párate... ya es muy tarde a dormir!... - tú solo levantas tu brazo rodeas mi cadera y te abrazas de mí... te guindas, mi ternura comienza a diluirse en mi cintura y se abrasa en mi pelvis... es cuando mis musas danzan... te abrazo y repito: - Párate que es tarde...

Cual pequeño te dejas llevar para tumbarte a mi lado más despierto que al amanecer, más vivo que a medio día, más sensible que a la caída del día... y es entonces, cuando me sorprendo escribiéndote, describiéndote, recordándote, soñándote... y esperando esos días de invierno.

ORLET LUNA

miércoles, 27 junio 2007 a las 21:04

No hay comentarios: